Vicente Velázquez
Agradezco profundamente el que pueda dirigirme a mis paisanos de Bordalba al comienzo de las fiestas de la Virgen, San Roque y la Semana Cultural para pregonar o proclamar el presente y pasado de este mi querido pueblo en el que nací y me crié.
Agradecimento en primer lugar al Ayuntamiento y a su alcalde Antonio Esteras por su laboriosidad, dedicación y constancia en las permanentes mejoras de urbanismo y servicios. Gracias a la Asociación Cultural La Muriega, actualmente presidida por Pedro Esteras, y gracias por su existencia. Quiero afirmar públicamente, porque así lo siento, que es lo mejor que le ha ocurrido a Bordalba en los últimos años: que un grupo de 15 personas que dirigen la Asociación sean mayoritariamente jóvenes, organicen anualmente un montón de actividades culturales, lúdicas, deportivas, gastronómicas, ecológicas y de repoblación forestal, recuperación de costumbres, concursos de Dibujo y de Cocina… es… para descubrirse. Sois la esperanza del pueblo, no os canséis, por favor. Detrás estamos cerca de 300 socios para lo que haga falta.
Agradecimiento a las personas que vivís permanentemente en el pueblo, sin vosotros Bordalba no sería lo mismo: mantenéis los servicios básicos, cuidáis las calles, la plaza, la fuente, adornáis vuestras fachadas, avisáis cuando veis alguna anomalía en tantas casas cerradas, sois la vida y el alma del pueblo. Tenemos las calles muy arregladas, muchas casas restauradas, el castillo y su entorno como nunca, la Fuente Vieja renovada, incluso tenemos una espléndida y bonita casa rural “Albarural”, a cuyos dueños les deseo que tengan éxito.
Agradecimento a los que venís a trabajar los campos o a charlar con los vecinos y amigos, a los que venís los fines de semana, en vacaciones o algún día a lo largo del año. El pueblo lo forman personas, sin ellas sería, como máximo, una añoranza, incluso un museo, y en el peor de los casos, Dios no lo quiera, sería una ruina.
Me dirijo especialmente a los jóvenes para hablaros del mayor tesoro que tenemos en Bordalba: nuestra iglesia parroquial. La parte más antigua de la iglesia es la nave central, con dos naves laterales más bajas y estrechas. Es de estilo gótico, no muy definido, del siglo XIV. El resto de la iglesia: torre, sacristía, capilla de los Vallejo, portada o portegado y capilla del Santo Cristo se empezaron a construir dos siglos más tarde.
Nuestra iglesia se había quedado pequeña, el pueblo tenía unos 600 habitantes, eran buenos años y decidieron construir una torre de grandes dimensiones a los pies de la iglesia para alargarla, siendo la parte inferior de la torre el nuevo coro, con una escalera de caracol exterior adosada a la torre. Lo que hoy llamamos coro es una tribuna donde había un gran órgano.
Entonces, el maestro de cantería era a la vez el contratista y el constructor de la obra. Había que contratar a alguien famoso y con experiencia, ése fue Juan de Marrón, vecino de Deza, que había construido grandes iglesias y entonces estaba construyendo la bella colegiata de Daroca. Y ahí tenemos la monumental torre de Bordalba, símbolo y referencia de nuestro pueblo, logotipo de la Asociación Cultural, con sus piedras sillares perfectamente talladas y escuadradas, desde hace más de 400 años.
A los maestros canteros se les pagaba en dinero y en productos agrícolas del pueblo: trigo, cebada, avena, centeno, azafrán y vino, valorando cada producto según los precios de cada año. La iglesia tenía graneros o almacenes propios, yo he conocido dos en esta plaza: el que después se convirtió en casa parroquial y club con televisión y otro con entrada por la plaza junto al muro del cementerio.
Juan de Marrón terminó la torre con un chapitel, hubo que reconstruirlo varias veces, los rayos y la climatología lo destrozaban, produciéndose desprendimientos sobre la iglesia y la calle. El chapitel desapareció en la última restauración, que comenzó en 1.987, siendo alcaldes del pueblo Ignacio Fraile y Antonio Esteras. Fue una restauración sensacional que debemos agradecer a la Diputación Provincial de Zaragoza y a su entonces arquitecto Miguel Ángel Bordejé. Se abrieron ventanas y óculos para terminar con la secular oscuridad de la iglesia.
Terminada la torre, se hizo la actual sacristía y en 1620 la capilla de los hermanos Vallejo, Francisco y Pedro, entre la sacristía y el portegado. Había fallecido su padre Francisco Vallejo, que fue alcalde de Bordalba, y estaba enterrado dentro de la iglesia en una sepultura de su propiedad. Los hermanos Vallejo pidieron permiso al obispado de Sigüenza, del que se dependía, para construir una capilla a sus expensas a cambio de la cesión de la sepultura
paterna para la iglesia y una importante cantidad de dinero.
Era una capilla funeraria para el entierro del padre y descendientes, con un valioso retablo-relicario dedicado a la Asunción de la Virgen. Bajo el altar, en una vitrina, está la imagen de la “Dormición de la Virgen”. Entre las reliquias, todas documentadas, que su hermano Jacinto Vallejo les envió desde Flandes, hay una de San Pedro Mártir,
patrono de Bordalba.
Jacinto Vallejo fue un personaje muy importante en su tiempo. Fraile de la Orden de Predicadores (dominico) en el convento de Calatayud, era teólogo, profesor de Universidad y predicador de las Casas Reales de España y de Portugal.
Actualmente, en la parte superior de la portada de la Capilla, bajo el escudo familiar hay una placa que dice:”Esta capilla fue donada por Gonzalo Esteras y familia, año 1968”. Mi abuelo Gonzalo era hijo único y nieto de María Vallejo, según consta en su partida de nacimiento, y por lo tanto, dueño de la Capilla (ya sabéis que los apellidos de las mujeres van desapareciendo según pasan las generaciones). Debido a la petición del Obispo de Tarazona, diócesis a la que se pertenece desde 1955, y sobre todo, a los ruegos de la tía Josefa, religiosa Carmelita en Calatayud, el abuelo me mandó redactar un manuscrito para el Sr. Obispo. Así lo hice, dejando claro que se donaba la Capilla para la iglesia de Bordalba.
Unos años más tarde se construyó la actual portada de la iglesia en la fachada Sur, había otra pequeña puerta en la fachada norte, que más tarde se cerró. Se amplió la capilla del Santo Cristo, con esa grandiosa y conmovedora imagen de Cristo muerto en la cruz.
Hasta hace unos 150 años los cementerios se construían junto a las iglesias y en todos había un osario o huesera para depositar los huesos sacados de las tumbas. El actual osario y las escalerillas, que tantas veces hemos subido y bajado, se construyeron en 1675, como consta bajo una de las bolas que adornan las esquinas del osario.
Como buen bordalbeño, tengo que hablar de nuestra Virgen de los Santos, ahora restaurada en el prestigioso taller que la Fundación Santa María tiene en Albarracín. Es una talla románica procesional del siglo XIII y única en la comarca de Calatayud. La Virgen de los Santos lleva 800 años protegiendo nuestro pueblo, casi 500 años tal como la vemos ahora, y con manto y corona en los últimos 300 años, según la costumbre o moda en los siglos XVII y XVIII de vestir las imágenes. Seguro que existió una ermita románica de la Virgen de los Santos, y en ese lugar se terminó de constuir la actual ermita en el año 1730.
Y termino, apoyando la petición que en su pregón de hace dos años hacía José Antonio Caballero al Ayuntamiento: que se ponga el nombre de Juan Ramírez, el más famoso artista nacido en Bordalba, a la nueva plaza del Castillo. Y si se pudiese recuperar la portada de la casa solariega allí construida, testigo de tantos encuentros y desencuentros entre Aragón y Castilla, sería fenomenal.
Gracias por escucharme y felices fiestas. Viva por siempre Bordalba, y vivan los bordalbeños.