Zaragoza capital y su entorno concentran casi el 80% de la población total de la provincia.
Heraldo de Aragón – E. Pérez. 26/03/2019
A la hora de hablar de despoblación, la provincia de Zaragoza ofrece varias caras. Una, positiva, sería el ‘boom’ demográfico de la capital y su entorno metropolitano. No en vano, Cuarte de Huerva es el municipio español con la media de edad más joven. En el lado contrario se encuentra la realidad del mundo rural: ya hay 87 pueblos que no alcanzan los 101 habitantes, en 26 no hay ni un solo niño, el envejecimiento es la tónica general en muchos de ellos y la mitad de las comarcas tienen una densidad demográfica tan preocupante que, en algunos casos, hay que hablar de ‘desierto’.
Estas cifras reflejan un panorama desolador: pueblos completamente abandonados en invierno, escuelas cerradas, una asistencia médica reducida, falta de servicios, comunicaciones deficientes y escasas frecuencias de autobús. Hay localidades zaragozanas que reviven los fines de semana y, en la mayoría, el silencio y la soledad cambia solo durante el verano.
El Consejo Económico y Social de Aragón (CESA) estudia los datos estadísticos que arroja el Instituto Nacional de Estadística (INE) y el Instituto Aragonés de Estadística (Iaest). Su análisis permite comprobar que la densidad en la Comunidad es de 27,4 habitantes por kilómetro cuadrado, solo por encima de Castilla-La Mancha, Castilla y León y Extremadura, y muy lejos de la media nacional y de la Unión Europea, que se sitúan en 92,6 y 117,3 hab./km², respectivamente. En el caso de Zaragoza, solo tres comarcas están por encima de los 25 hab./km². Y cinco de ellas se encuentran con una cifra igual o inferior a los 12,5 hab./km², lo que se considera desiertos demográficos o zonas escasamente pobladas. Son Aranda, Cinco Villas, Ribera Baja del Ebro, Campo de Daroca y Campo de Belchite.
Llama la atención los 326,4 hab./km² de Zaragoza y el entorno metropolitano, que constituirán la Comarca Central. Incluye Zaragoza capital (que concentra casi el 70% de la población de toda la provincia) así como municipios como Utebo, Cuarte, Zuera, La Puebla de Alfindén o María de Huerva. Entre todos acaparan casi el 80%.
El resto de habitantes (poco más de 200.000) se reparten por el resto de comarcas: 203 localidades con menos de 500 habitantes y, dentro de ese número, 87 están por debajo de los 101 vecinos empadronados. Un dato que evidencia la problemática que sufre este territorio es que hay 18 poblaciones que reúnen los peores datos demográficos: no alcanzan los 250 habitantes, tienen un porcentaje muy bajo de población infantil y adolescente, su proporción de personas mayores sobrepasa el 40% (son considerados terminales desde el punto de vista demográfico) y han experimentado una merma de vecinos superior al 30% en los últimos diez años. Por comarcas, Comunidad de Calatayud (8) y Cinco Villas (3) reúnen un mayor número.
“Cada vez hay más pueblos con menos de 100 habitantes”, asegura Luis Alfonso Castellano, geógrafo del Cuarto Espacio. Una tendencia que contrasta con la que vivía el mundo rural a principios del siglo XX. Entonces, según figura en la evolución histórica del Iaest, solo había 1 pueblo zaragozano con menos de esa cifra. Era Almochuel, que en 1900 tenía 99 vecinos. Y 102 no superaban los 500. En la década de los 50 se da la circunstancia de que no había ningún municipio que tuviera menos de 100 habitantes. El más pequeño entonces era Balconchán (133).
Tal y como señala, y partiendo de la dificultad de cambiar el signo negativo de la demografía que acumulan muchos de los pueblos zaragozanos desde hace años, habría que apostar por favorecer la vivienda (un aspecto fundamental para luchar contra la despoblación) y atraer nuevos pobladores, como podrían ser jubilados que llegarían en busca de calidad de vida. Ya hay municipios que han puesto en marcha novedosas iniciativas, como Empenta Artieda, la residencia de ancianos de Romanos o el albergue rural El Tío Carrascón en Cerveruela.
Una opinión que comparte Luis Antonio Sáez, director de la Cátedra de Despoblación y Creatividad, impulsada por la DPZ y la Universidad de Zaragoza: ”Tendríamos que aprender a vivir en baja densidad demográfica. El escenario en el que tenemos que trabajar es que la baja población en un territorio genera inconvenientes, pero también potencialidades, y con las nuevas tecnologías hay cosas que podemos afrontar mejor”